domingo, 17 de mayo de 2009

Oportunidad perdida -D.M.C-

Podría tomarte en este momento, acariciar tus manos, mirarte a los ojos y hacer que perdieras incluso la memoria.

Podría suspirar a tu lado mirando el atardecer y caer en los mismos lugares en que han caído otros, permitir que el romance lo hiciera la circunstancia más que la esencia, limitar mi enorme presencia a una postal para vender en la estación del metro Tasqueña junto a los terribles versos de Gelman o los cometidos por Benedetti.

Podría subrayar que la conciencia es limitada y que los bordes por los que se filtra tu imagen, tu memoria, tu presencia en mi mente son lo bastante amplios como para construir una preocupación a cualquier ingeniero, como para que entres completa, tu alma, tu mente, tu historia.

Podría edificar una mansión con todo lo que te he dicho siempre y llevarte a vivir a ella, para que vieras lo que es la vida conmigo y aprendieras a diferenciarla de la vida sin mí, para que en cada momento de tu respiración, en cada respiro de tu aliento.

Podría salir de los sepulcros, bajar del cielo, morir en tus manos caminar en tu frente y despreciar al tiempo.

Podría entrar en tu casa cruzar el pasillo y llegar hasta aquí, donde me lees… filtrarme de alguna forma, como gota para humectar tu ojo izquierdo, siempre el izquierdo, y negar lo que he sido, olvidar lo que me he vuelto, empezarlo todo de nuevo orbitando en la pupila infinita que me sigue.
Podría hacer todo eso…
Podría hacer…
Podría.

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