sábado, 23 de mayo de 2009

Pasion -Alfonsina Storni-

Unos besan las sienes, otros besan las manos,
otros besan los ojos, otros besan la boca.
Pero de aquél a éste la diferencia es poca.
No son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.

Pero, encontrar un día el espíritu sumo,
la condición divina en el pecho de un fuerte,
el hombre en cuya llama quisieras deshacerte
¡como al golpe de viento las columnas de humo!

La mano que al posarse, grave, sobre tu espalda,
haga noble tu pecho, generosa tu falda,
y más hondos los surcos creadores de tus sesos.

¡Y la mirada grande, que mientras te ilumine
te encienda al rojoblanco, y te arda, y te calcine
hasta el seco ramaje de los pálidos huesos!

viernes, 22 de mayo de 2009

Tactica y estrategia -Benedetti-

Mi táctica es 
mirarte 
aprender como sos 
quererte como sos 

mi táctica es 
hablarte 
y escucharte 
construir con palabras 
un puente indestructible 

mi táctica es 
quedarme en tu recuerdo 
no sé cómo ni sé 
con qué pretexto 
pero quedarme en vos 

mi táctica es 
ser franco 
y saber que sos franca 
y que no nos vendamos 
simulacros 
para que entre los dos 

no haya telón 
ni abismos 

mi estrategia es 
en cambio 
más profunda y más 
simple 
mi estrategia es 
que un día cualquiera 
no sé cómo ni sé 
con qué pretexto 
por fin me necesites.

domingo, 17 de mayo de 2009

Oportunidad perdida -D.M.C-

Podría tomarte en este momento, acariciar tus manos, mirarte a los ojos y hacer que perdieras incluso la memoria.

Podría suspirar a tu lado mirando el atardecer y caer en los mismos lugares en que han caído otros, permitir que el romance lo hiciera la circunstancia más que la esencia, limitar mi enorme presencia a una postal para vender en la estación del metro Tasqueña junto a los terribles versos de Gelman o los cometidos por Benedetti.

Podría subrayar que la conciencia es limitada y que los bordes por los que se filtra tu imagen, tu memoria, tu presencia en mi mente son lo bastante amplios como para construir una preocupación a cualquier ingeniero, como para que entres completa, tu alma, tu mente, tu historia.

Podría edificar una mansión con todo lo que te he dicho siempre y llevarte a vivir a ella, para que vieras lo que es la vida conmigo y aprendieras a diferenciarla de la vida sin mí, para que en cada momento de tu respiración, en cada respiro de tu aliento.

Podría salir de los sepulcros, bajar del cielo, morir en tus manos caminar en tu frente y despreciar al tiempo.

Podría entrar en tu casa cruzar el pasillo y llegar hasta aquí, donde me lees… filtrarme de alguna forma, como gota para humectar tu ojo izquierdo, siempre el izquierdo, y negar lo que he sido, olvidar lo que me he vuelto, empezarlo todo de nuevo orbitando en la pupila infinita que me sigue.
Podría hacer todo eso…
Podría hacer…
Podría.

sábado, 9 de mayo de 2009

Miss X -Jaime Sabines-

Miss X, sí, la menuda Miss Equis, 
llegó, por fin, a mi esperanza: 
alrededor de sus ojos, 
breve, infinita, sin saber nada. 
Es ágil y limpia como el viento 
tierno de la madrugada, 
alegre y suave y honda 
como la yerba bajo el agua. 
Se pone triste a veces 
con esa tristeza mural que en su cara 
hace ídolos rápidos 
y dibuja preocupados fantasmas. 
Yo creo que es como una niña 
preguntándole cosas a una anciana, 
como un burrito atolondrado 
entrando a una ciudad, lleno de paja. 
Tiene también una mujer madura 
que le asusta de pronto la mirada 
y se le mueve dentro y le deshace 
a mordidas de llanto las entrañas. 
Miss X, sí, la que me ríe 
y no quiere decir cómo se llama, 
me ha dicho ahora, de pie sobre su sombra, 
que me ama pero que no me ama. 
Yo la dejo que mueva la cabeza 
diciendo no y no, que así me cansa, 
y mi beso en su mano le germina 
bajo la piel en paz semilla de alas. 
Ayer la luz estuvo 
todo el día mojada, 
y Miss X salió con una capa 
sobre sus hombros, leve, enamorada. 
Nunca ha sido tan niña, nunca 
amante en el tiempo tan amada. 
El pelo le cayó sobre la frente, 
sobre sus ojos, mi alma. 

La tomé de la mano, y anduvimos 
toda la tarde de agua. 

¡Ah, Miss X, Miss X, escondida 
flor del alba! 

Usted no la amará, señor, no sabe. 
Yo la veré mañana.